Qué podría decir de tu silencio ahora?
Qué diré el día que sea el mío?
Como ahora, como ayer, queda sólo eso, el silencio, luego, quizás Benedetti, la vida, la vida en serio.
No sé qué decir de las piedritas, de las tuyas. Las mías, ya ves -al dos por uno-, son blancas o negras o me tiran al río o se suicidan ellas. No abro la ventana, desde hace tiempo, es que, no sé cuándo pero se me anidó el frío en el corazón, un algo helado que no se ha querido marchar (tampoco ha sido bienvenido, ni siquiera lo he invitado). Tú ahora estás muerto y a mi me dá por pensar que de los 30 días del mes, llevo 20 que viven muerto y no les he hecho ni una esquela, ni una pedacito en el cementerio, ni una cajita de zapatos para enterrarlos. Pero es que es mentira, tú no estás muerto, los muertos no dicen poesía, no abren las ventanas propias -y las ajenas-, ni viven en ella y tú, tú vives en ella, en estas piedritas, en esa ventana que en mi vivir se mantiene cerrada, sin abrir, sin vivir ... Quizás un día, en la desesperación, porque hay que morir pero con suspiros y poesías, decida tirarle una piedrota para romper el cristal y salir y ... vivir?
Piedritas en la ventana
De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos
Está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
Está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.
Mario Benedetti
Qué diré el día que sea el mío?
Como ahora, como ayer, queda sólo eso, el silencio, luego, quizás Benedetti, la vida, la vida en serio.
No sé qué decir de las piedritas, de las tuyas. Las mías, ya ves -al dos por uno-, son blancas o negras o me tiran al río o se suicidan ellas. No abro la ventana, desde hace tiempo, es que, no sé cuándo pero se me anidó el frío en el corazón, un algo helado que no se ha querido marchar (tampoco ha sido bienvenido, ni siquiera lo he invitado). Tú ahora estás muerto y a mi me dá por pensar que de los 30 días del mes, llevo 20 que viven muerto y no les he hecho ni una esquela, ni una pedacito en el cementerio, ni una cajita de zapatos para enterrarlos. Pero es que es mentira, tú no estás muerto, los muertos no dicen poesía, no abren las ventanas propias -y las ajenas-, ni viven en ella y tú, tú vives en ella, en estas piedritas, en esa ventana que en mi vivir se mantiene cerrada, sin abrir, sin vivir ... Quizás un día, en la desesperación, porque hay que morir pero con suspiros y poesías, decida tirarle una piedrota para romper el cristal y salir y ... vivir?
Piedritas en la ventana
De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos
Está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
Está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.
Mario Benedetti
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