viernes, diciembre 28, 2012

La cultura en internet

El Búho, como suplemento cultural, apareció en el antiguo Excélsior en 1985. Allí estuvo casi trece años y consiguió un alto número de lectores, el respeto de la comunidad intelectual y, desde luego, diversos premios, entre ellos el Nacional de Periodismo en la rama cultural que concedía el gobierno de la república. Luego vino un acto de censura en mi contra, no en El Búho, sino en la sección editorial donde publicaba artículos políticos. Me vi obligado a renunciar a ambas tareas: si uno acepta la censura una vez, la tolera para siempre. Ante el silencio cómplice, escribí un artículo: “El callado golpe a la libertad de expresión”, que sólo una revista académica publicó.


Al dejar Excélsior, aquellos directivos, irritados, desaparecieron el suplemento. Conmigo se salió la mayor parte de los colaboradores, unos ochenta, entre periodistas culturales, escritores, artistas plásticos, críticos. Puedo decir que entonces nos vimos forzados a resucitar a El Búho ahora como revista. Esto fue hace más de trece años. Hicimos la revista sin ninguna experiencia y sin dinero. El tiraje inicial fue excesivo: diez mil ejemplares que se quedaron arrumbados, no teníamos aparato distribuidor. A los tres meses, optamos por imprimir la mitad y regalarla a quien lo permitiera. Tampoco fue fácil. Así vivimos mucho tiempo. Del bolsillo de Rosario Casco y del mío salían los dineros para pagar diseño, papel e impresión, también el envío de periodistas culturales. Finalmente los recursos se acabaron y optamos por mantenerla en internet, donde ahora aparece cada mes, con un diseño atractivo.

Sabemos que el futuro es internet, pero por ahora coexiste con los impresos y quedan millones y millones de lectores que prefieren o aman el papel. Cuando anunciamos que la revista dejaría de aparecer impresa, diversos colaboradores renunciaron al esfuerzo y dejaron de colaborar. En cambio, muchos jóvenes se han acercado a nosotros con sus materiales, a veces de buena manufactura. No ha sido fácil entrar de lleno a internet dejando de lado la revista impresa. Pero vamos avanzando pese al desinterés de los medios en la cultura.

Tenemos tres formatos para leer la revista: Online, Mutimedia y Básico. Los tres incluyen PDF de la revista completa. Hemos creado bases de datos que se actualizan cada vez que llega un número nuevo. El buscador funciona con facilidad, sólo hay que teclear la primera palabra y buscar. Existen, además, enlaces con Facebook y Twitter. Es posible buscar por autor, tema, título y artista. La portada siempre está destinada a un pintor de talento y aparecen los artículos más destacados. Haga la prueba: http://www.revistaelbuho.com/libro/144/index.html

Las personas pueden participar enviando artículos que, previamente valorados por el Consejo Editorial, estarán dentro del número que se les asigne. Se pueden suscribir para recibir actualizaciones mensuales. Los datos que nos hacen llegar los lectores para suscribirse son conservados de forma segura y la base de datos es confidencial. Los anuncios que tiene El Búho poseen su propio sistema de control, por fecha, para dar de alta o baja con facilidad la publicidad contratada. En este sentido, tenemos varios formatos, tamaños y lugares dentro de la revista para colocar los anuncios.

En la portada aparece todo el número de la revista Online con pequeñas entradas de cada artículo, tiene toda la información de colaboradores, artistas plásticos, etcétera. Su contenido posee un sentido útil, práctico, visual e informativo. Desde luego, cada escritor y artista plástico tiene su página y correo dentro de la revista. Tal información aparece desde la portada con el nombre de cada uno de ellos. Finalmente, el sitio está diseñado para que se visualice con facilidad en todos los navegadores.


Algunas estadísticas.

En octubre del 2010 la revista Online tuvo 53 visitas sin haberla anunciado.

De octubre a diciembre del año pasado, 2011, hubo 173 visitas a pesar de que seguíamos sin anunciarla. Pero en septiembre de 2012, el número de visitantes aumentó a 2,872. Cada uno consultó un promedio mínimo de 8 páginas, teniendo una lectura aleatoria de 103,514 por mes.

En 2011 los visitantes fueron 5,831 con una lectura promedio de 300,350 páginas en el año. A la fecha, tenemos 17,987 visitantes, con una lectura aproximada de 654,222 páginas. Los días de mayor lectura son sábados y domingos. El día que tenemos más visitas superan las 1,014 personas. Contamos con visitantes de todo el mundo. El mayor número es naturalmente de mexicanos. Luego los hay de EU, Argentina, España, Colombia, China, Ecuador, Perú, Francia, Finlandia, Alemania, Chile, Rusia, Gran Bretaña, Uruguay, Japón, Venezuela, Italia, y otros más.

Desde luego, hay mayor información en las páginas de Google, pero El Búho está incluido en más de 20 directorios importantes y en más de 2,000 distintos buscadores. El sistema operativo que tiene el 78% es Windows y el navegador principal es Internet Explorer. En un año, los visitantes en número de 1,271 entraron directamente desde la carpeta de “Favoritos”. Los restantes, a través de enlaces desde Facebook, el blog y la página web de René Avilés Fabila, director de la revista, Oleajes, Fundación René Avilés Fabila, Galería o a través de buscadores tecleando “El Búho”.

Por todo ello, velozmente explicado, es que consideramos tener una gran revista que ofrecer a los lectores de internet.

Opinión de René Avilés Fabila - 2012-11-26 - La Crónica

Jorge Ruiz Dueñas, poeta y promotor cultural

Jorge Ruiz Dueñas es uno de mis más talentosos amigos. Lo imagino triste en estos momentos a causa de la muerte del poeta brasileño Ledo Ivo, a quien tradujo y con quien llevó una cálida amistad. En estos últimos meses, Jorge ha publicado dos libros, uno de poesía y uno más de relatos de difícil clasificación: Juan José Arreola les diría varia invención o textos. Los narradores más recientes lo verían como nuevo periodismo. En cualquier caso, Jorge escribe con un estilo cuidado, fino y muy peculiar. Rico.


Políticamente le hago bromas: estudió y es experto en administración pública; el problema es que no hay más que administración de empresas, hasta el Estado es conducido como una fábrica, con criterios de escaso mérito social, particularmente bajo los dos angustiosos gobiernos panistas. Pero con estos métodos, debido a la globalización hecha bajo el peso de la economía de mercado, no hay más rumbo: los utilizan hasta los que se ven a sí mismos como “las izquierdas” y hasta hoy nada en el discurso de AMLO lo hace enemigo del capitalismo salvaje.

Jorge Ruiz Dueñas es una potencia como administrador o conductor de empresas o instituciones culturales. Dondequiera que ha trabajado, lo ha hecho de modo magistral, impecable. Así fue en la UAM, con la responsabilidad de la Secretaría General a su cargo. Convirtió al IMER en una empresa magnífica, de alto nivel; supo darle sentido a sus tareas: hacer radiofonía estatal y no privada. Como segundo de Víctor Flores Olea, primer presidente de Conaculta, le dio al naciente organismo un brillo especial y un orden severo y eficaz. Y lo mismo sucedió en el Fondo de Cultura Económica, donde estuvo bajo las órdenes de Miguel de la Madrid. Asombra su capacidad de trabajo y honestidad. Finalmente, multitud de jóvenes escritores, poetas y prosistas se han formado con su apoyo. Entre los muchos premios que posee, recibió en 1992 el Premio Nacional de Periodismo Cultural que entregaba con tino la Presidencia de la República.

Hace poco me tocó presentar, junto con Marco Antonio Campos y Bernardo Ruiz, su más reciente libro en prosa. Contratas de sangre. De mi parte leí un largo texto (obra en exceso sugerente) que publicará la revista de la UAM. Una multitud de ricas herencias son las que le permitieron a Jorge Ruiz Dueñas, un hombre de letras, cuentista, novelista, periodista, infatigable y eficaz promotor cultural, principalmente poeta, confeccionar este libro de título desconcertante: Contratas de sangre y algunas noticias imaginarias. Son sus recuerdos, lecturas, experiencias, los recuentos de una vida dedicada al trabajo y al culto literario, acaso periodístico si consideramos que el autor posee reconocimientos periodísticos, entre muchos otros. Jorge explica la génesis de su obra en las páginas iniciales. Pertenecen en rigor a una clase de nueva literatura, relatos que los nuevos tiempos no han dado con ideas ya depuradas, textos donde el escritor mezcla los géneros literarios con los periodísticos y la libertad es mucho mayor.

Jorge es de los pocos mexicanos que han podido exitosamente ejercer la novela, la poesía y el cuento. En esta ocasión, su libro contiene cuentos de corte tradicional, hasta donde él podría serlo, y relatos de difícil clasificación. Sin embargo, el placer que su lectura produce es infinito. Historia tras historia, el lector se sumerge en una obra magistral. Tenemos que insistir en que México es un país de notables cuentistas donde están Julio Torri, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Edmundo Valadés, Inés Arredondo, Beatriz Espejo, José Revueltas, Rafael Solana, Carlos Valdés, Guillermo Samperio y muchos más y que, entonces, los lectores nacionales tienen al frente una amplia variedad de posibilidades. Contratas de sangre posee, a pesar de la diversidad de temas y tratamientos, una unidad que no es sencilla de explicar en pocas palabras, pero es de la estirpe que Borges le dio a sus libros de relatos, donde está, digamos, Historia universal de la infamia.

Hablar con Jorge Ruiz Dueñas no deja de ser desconcertante. Científico social, especialista en administración pública con más de media docena de voluminosos libros, es el poeta de musicalidad y ritmo impecables, el prosista certero que ha observado el entorno y lo ha modificado con sorprendente imaginación, el académico que sabe estimular la vida universitaria, que le queda claro que las funciones sustantivas sí son tres: docencia, investigación y la desamparada difusión de la cultura, el funcionario justo e innovador… En fin, es un intelectual consumado, un hombre que gusta de reflexionar cada paso. Para mí es un amigo insuperable, cuya relación jamás ha tenido mácula alguna.

Alguna vez, cuando Jorge obtuvo el Premio Nacional de Periodismo, ante un pequeño grupo de amigos, levantó su copa y en lugar de un discurso farragoso y pletórico de elogios personales nos dijo: Por la amistad. Quienes lo conocemos desde hace muchos años, como Carlos Montemayor (lamentablemente fallecido en plenitud intelectual), Marco Antonio Campos, Bernardo Ruiz, Sebastián, José Luis Cuevas, Sandro Cohen y yo, sabemos que para él la amistad es importante, tanto o más que el cumplimiento impecable de sus tareas, sean literarias, sean las del agudo promotor cultural que ha probado ser.

Opinión de René Avilés Fabila 2012-12-28 - La Crónica

sábado, junio 09, 2012

Rostros de la Literatura - Fotografías del actor Carlos Bracho



La Delegación Miguel Hidalgo y la Fundación René Aviles Fabila invitam a la inauguración de la exposición fotográfica:
Rostros de la LiteraturaFotografías del actor Carlos Bracho
14 de junio, 2012 - 19 horasInaugura el Ing. Cuauhtémoc CárdenasVino de Honor
Galería La CasitaAlejandro Dumas s/n, entre Emilio Castelar y Luis G. Urbina,Parque Lincoln, Polanco
Del 14 al 24 de junio, 2012



martes, septiembre 27, 2011

Premio Nacional de Letras - La generación maldita


Si algo afecta a la literatura mexicana es la tendencia a los grupúsculos. Carlos Fuentes acaba de poner en circulación su libro La gran novela latinoamericana pero no para hacer una revisión de lector acucioso sino para ajustar cuentas con sus validos. Por eso es que da un salto de trapecista sin red protectora de la veneración del boom a la generación del crack. En medio, sin embargo, existe una generación de escritores que fijaron lo que debió haber sido la generación del boom mexicano pero por razones de política cultural se quedó en una especie de generación maldita.

René Avilés Fabila, José Agustín, Gustavo Sainz, Gerardo de la Torre y Parménides García Saldaña irrumpieron con irreverencia en el ambiente literario al comenzar los años sesenta y —salvo Parménides que ya falleció— siguen dando lata con talento propositivo. La razón del desdén no es sino una forma de operar de las políticas culturales en México, y más cuando dependen de presupuestos oficiales. Pero fueron escritores de la generación de la rebeldía, de la ruptura, del sacudimiento a la modorra literaria que funcionaba en esos años como —claro— mafia.

Sainz es el más innovador. Agustín fue el rupturista, aunque después regresó al redil estilístico. Avilés Fabila es el incansable, siempre produciendo. Parménides era la gran promesa, escribiendo desde el alma. De la Torre, siempre serio, fusionó la renovación estilística con el tema obrero. Esta generación, llamada “de la Onda” sólo por razones de temporalidad aunque con una caracterización que no reconocía la profundidad de sus propuestas rupturistas, ha sido como una generación perdida, pero no por su espacio político como la europea de entreguerras sino porque la historia mexicana no quiere encontrar aquello que no puede controlar.

Ahora Avilés Fabila y Agustín aparecen en la lista, siempre secreta, negada pero aceptada con gestos de complicidad, del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de lingüística y literatura, mejor conocido como Premio Nacional de Letras. Agustín irrumpió en 1964 con La tumba y luego escribió sus dos obras maestras: De perfil y Se está haciendo tarde (final en laguna). Ahí había propuesta de lenguaje, de estilo, de ruptura con el pasado formalista, un pistoletazo en medio de un teatro, como quería Stendhal. Las novelas posteriores de Agustín ya no lograron mantener su rebeldía estilistica, aunque mantuvieron su frescura y su talento para las letras.

Avilés, en cambio, sacudió la modorra intelectual en 1967, —el mismo año de Cien años de soledad— con su novela Los juegos, un retrato festivo pero serio, irónico pero a fondo, de la élite intelectual entonces comandada —¿por quién más si no?— por el mandarín Carlos Fuentes. A Avilés le recomendaron que quemara las primeras cien cuartillas porque nadie le iba a publicar la novela; por eso acudió a la venta adelantada de ejemplares, la novela salió y quedó marcado por el índice de fuego del mandarín Fuentes. Obviamente Fuentes se brinca la generación de la Onda y se regocija con la del crack, una generación que nació para rendirle pleitesía a Fuentes.

En 1970 Avilés dio otro brinco cualitativo con El gran solitario de Palacio, novela de dictadores producto de la represión del 68 mexicano y cuyo título se convirtió en una especie de cuento corto además del más citado en referencias políticas para aludir a los presidentes del gran poder. El Tirano Banderas de Valle-Inclán salió en 1926 y El señor presidente de Asturias circuló en 1946, pero el dictador de Avilés fue precursor de lo que después harían Augusto Roa Bastos en 1974 con Yo, el Supremo, Carpentier también en 1974 con El recurso del método, García Márquez en 1975 con El otoño del Patriarca y en 2000 Vargas Llosa con La fiesta del Chivo.

Avilés formó parte del grupo de la Onda pero fijó sus propios estilos, no tanto los protagonistas juveniles sino la propuesta de estructuras narrativas menos formales. Militante comunista, fue miembro de la célula Carlos Marx aunque más bien debió haber fundado, la célula Groucho Marx por su siempre fresco sentido del humor. Menos ideológico que definido en su opción socialista, de todos modos Avilés nunca dejó que su filiación acotara su creación, y eso a pesar de que en 1972 ganó el Premio Cuento de la Casa de las Américas, de Cuba, con La desaparición de Hollywood una muestra de la otra faceta de Avilés: la de cuentista consumado, y dentro de esa forma literaria la línea fantástica que ha logrado como pocos.

Además de mantener un ritmo consistente de producción literaria, Avilés ha destacado como periodista y, de manera sobresaliente, o promotor cultural, lo mismo con la revista El Búho que con su obra magna: el Museo del Escritor, hazaña personal que registra ya cosas de escritores, primeras ediciones y sobre todo un espacio de reconocimiento a la función del escritor.


Si algún escritor merece hoy el Premio Nacional de Letras, sin duda que es Avilés Fabila, recientemente en Bellas Artes por el Conaculta de Consuelo Sáizar por sus 70 años produciendo y con reconocimientos y homenajes en universidades de México y de Estados Unidos. Y lo merece por su aportación a las letras, a la literatura, al medio intelectual tan polarizado en mafias y al debate político nacional a veces dominado aún por mandarines de la cultura.

Avilés Fabila formó parte de una generación de escritores que fue desdeñada por razones extraliterarias y que llegó la hora de darle su lugar en la historia dejas de las letras nacionales.

Carlos Ramírez - Publicado en:
El Financiero . Cultura . Martes 27 de septiembre de 2011

La nueva Literatura de la Revolución Mexicana René Avilés Fabila




Universidad Nacional Autónoma de México Los Ángeles
La nueva Literatura de la Revolución Mexicana
René Avilés Fabila
Septiembre 29, 2011 4 PM Rolfe 4302

RENÉ AVILÉS FABILA, in his more than forty years of literary work, teaching and journalism, has won numerous awards from public and private institutions, universities, news organizations and cultural associations. His bibliography consists of short stories, novels, memoirs, essays and articles. His novels include Los juegos, Tantadel, La canción de Odette, El gran solitario de palacio, Réquiem por un suicida, El reino vencido and El amor intangible. His short-story collections include Hacia el fin del mundo, La lluvia no mata a las flores, Fantasías en carrusel, Todo el amor, Cuentos de hadas amorosas, El Evangelio según René Avilés Fabila and El bosque de los prodigios. In 1964, he was named a Fellow of the Mexican Center of Writers, where he wrote his first book of short stories titled Hacia el fin del mundo under the direction of Juan Rulfo, Juan José Arreola and Francisco Monterde. He has also been a regular contributor to several newspapers including, El Día, El Universal, and El Nacional. Currently, Fabila continues to write for Excélsior, as well as for the magazine Siempre!

Antología Afluente de Alas - Ala de Avispa Editores



Antología Afluente de Alas


AUTORES

Mavi Robles-Castillo
Marconio
Jorge Izquierdo Herrera
Florentina
Benito Almonte
Javier Castillo
Raúl Franco Estrada
Martín Iniesta
Pablo Saldaña Amador "Mácrom"
Eduardo García Vázquez
Abelardo Cid Topete
Moisés Heriberto Cortés Cruz
Patricia Mendoza Santiago
Jesús Chávez Ortega
Silvia Osorio



Editorial:
Ala de Avispa Editores
http://www.aladeavispa.com/

Director General:
Luis Fernando Escalona

Editores Ejecutivos:
Ylia Kazama
Marconio

Corrección de Estilo:
Lic. Marco Antonio Vázquez

Portada:
Artista gráfico Alberto Chávez R.

Página Web: http://www.afluentedealas.com/

Puedes comprarla desde la web de Ala de Avispa Editores: http://www.aladeavispa.com/
Pago: Vía PayPal, Depósito o Mercado Libre

miércoles, mayo 18, 2011

René Avilés Fabila: Entre letras y palabras

En el marco del ciclo Entre letras y palabras, el escritor y periodista René Avilés Fabila durante más de una hora conversó con Darío T. Pie, en su papel de La Roña, en una agradable y pícara charla el autor de Tantadel (1975) La canción de Odette (1982) y Réquiem por un suicida (1993), platicó sobre su formación académica y las anécdotas que hasta hoy le han mantenido en el mundo de la literatura.





martes, enero 18, 2011

René Avilés Fabila 30 de enero Palacio de Bellas Artes Sala Manuel M. Ponce - 12 horas


René Avilés Fabila

50 años de Literatura

Protagonistas de la literatura mexicana

Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes

domingo 30 de enero - 12 horas.


Participan:

José Agustín

Silvia Molina

Bernardo Ruiz

Eraclio Zepeda


domingo, octubre 31, 2010

Invitación 50 años de la Literatura de René Avilés Fabila


50 años de la Literatura de René Avilés Fabila
Sábado 13 de Noviembre 2010 a las 17 horas

Sala Hermilio Novelo del Centro Cultural Ollin Yoliztli


Participan:

David Gutiérrez Fuentes

Joaquín Jiménez

Rafael Luviano

Jorge Meléndez

Periférico Sur 4151
Colonia Isidro Fabela
México, D. F.

martes, octubre 19, 2010

Cuatro gigantes del Alma: miedo, ira, amor, deber


CUATRO GIGANTES DEL LAMA


ALA DE AVISPA EDITORES


DE VENTA EN MÉXICO

Cuatro emociones que merecen nuestra atención y que están englobadas por diversos aspectos: neurológicos y psíquicos, heredados o adquiridos, estables o mudables, colectivos o individuales.

La energía que emana de estas 4 emociones, es capaz de conmocionar al hombre y de hacerle resistir el embate de cualquiera de ellas o, inclusive, de todas juntas.

Por ello, no es exagerado emplear la voz "gigante" para designar estas cuatro fuerzas que orientan, propulsan y a la vez limitan el universo mental, individual y específico del hombre.


La WEB de Ala de Avispa Editores donde puedes comprarlo


martes, octubre 05, 2010

Homenaje a René Avilés Fabila en Auditorio Jaime Torres Bodet




Universidad Autónoma Metropolitana
Instituto Politécnico Nacional
Delegación Miguel Hidalgo

Invitan al Homenaje al Profesor Distinguido RENÉ AVILÉS FABILA

En el marco de sus cincuenta años de trabajo literario en el que se presentará su libro

De sirenas a sirenas

Participan:
José Luis Cuevas
Raúl Hernández Valdés
Mario Saavedra
Bernardo Ruiz
David Gutiérrez Fuentes

Museo Nacional de Antropología e Historia
Paseo de la Reforma S/N
Auditorio Jaime Torres Bodet

Martes 19 de octubre a las 19 horas

Vino de honor

miércoles, septiembre 29, 2010

René Avilés Fabila: El gran solitario de palacio

2 de Octubre ... no se olvida.


"El gran solitario de Palacio, publicada por primera vez en Buenos Aires, se agotó rápidamente al igual que las doce ediciones que de esta novela se han hecho en México. Públicos tan distintos demuestran que la obra de René Avilés Fabila, considerada por muchos críticos literarios como la mejor novela sobre el 68, posee grandes valores artísticos y aún testimoniales que resisten perfectamente las pruebas de tiempo y espacio. En ella, el autor supo sortear con habilidad los peligros que la crítica social y el compromiso político implican para la literatura. "El gran solitario de Palacio es una alegoría en donde se entrelazan varias historias, cuyos personajes, acción y épocas conforman un amplio mural que le muestra al lector los rasgos más característicos de nuestra realidad. Nunca en la obra de René Avilés Fabila el humorismo y la ironía habían sido tan amargos y ácidos como en esta sorprendente novela. "No cabe duda de que El gran solitario de Palacio es una novela sustancial para nuestra narrativa, en particular para aquélla que entronca con la novela de dictadores latinoamericanos: Tirano Banderas, de Valle Inclán y El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. En tal sentido, este soberbio retrato político, escrito en París de 1969 a 1970, y publicado en Argentina en 1971, enlaza con toda una zaga de libros sobre dictadorzuelos y sátrapas latinoamericanos."

(Cuarta de forros de la Editorial Fontamara, en una de las primeras ediciones mexicanas 1993)

PARA COMPRAR EL LIBRO EN LIBERÍA DE PRESTIGIO EDITORIAL NUEVA IMAGEN O CLICK AQUÍ PARA COMPRAR AHORA MISMO.

Y del segundo: La obstinada vocación del cuentista

Ahh de ésta me dio el impulso de escribir y contar cuentos poéticos.


La culpa es de Avilés Fabila: Y si nos escribimos un cuento en la piel? y si nos contamos más de un cuento corto cada noche? Y si hacemos del cuento una seducción? Y si .... de cuento a cuento nos contamos los gozos?.

Y en su honor un destello de cuento corto (de un pequeño librito que se llama:

"AMO A TO"
Cuentos Envenena2 - Cuento 7

La sota de copas cambiaba las barajas, encendía cirios y estiraba los brazos hacia el cielo. Las mezclaba de siete en siete cada viernes porque deseaba dejar de ser La Sota, para ser la Reina de Corazones Negros.

(todas las visiones del copyright and left me pertenecen ... creo :) je. En realidad es lo único que me pertenece.

Y a todo esto... las opiniones de René Avilés Fabila

El primero ¿De qué viven los escritores? ufff tela marinera, en México hay que vivir y dejar de soñar en becas o incentivos; y/o luchar por ellos aunque en ello se vaya gran tiempo que se le roba a la escritura. Es curioso, no? Se suele premiar a los "malos" para que mejoren, se les ayuda desde el kinder a "mejorar a las ovejitas latosas, malucas, o excesivamente inquietas" como suelen llamarlos. El hecho es que vamos relegando a los grandes escritores y luegos la Instituciones les quieren hacer reconocimientos cuando ya están BIEN muertos. Como si la vida no valiera nada, como si los grandes escritores hubieran de verdad muerto todos y la camadas de BUENOS y MAGNIFICOS se va dilueyendo, como se van los pintores, los escultores, los poeta, los compositores. Hemos tenido años de gloria y oro en el arte pero lo vamos dejando perder en aras de mencionar héroes a los que duran un poco en la tele, o en otros medios.

Tenemos héroes diarios que escriben, que pintan, que hacen poesía, que componen una música divina, tenemos HASTA buenos actores y actrices pero se van perdiendo en esa "moda" de lo desechable.

Ojalá hicieran las autoridades reconocimientos EN VIDA (hermano, en vida!) y se dejen de hacer el rídiculo que a todos nos cuesta, que a todos nos importa y que ellos, los del escritorio de "paso" dejan a la deriva por la autoridad y el ego que no pueden dejar en la calle (a ver si se los roban, jeje).

O de plano, yo que estoy en desacuerdo con esas cosas, desde aquí, desde mi escritorio intento, plasmar un reconocimiento a la vocación, al arte, al talento de René, porque estás autoridades no sirven de mucho (acaso no se dan cuenta de que son pasajeras, que no harán historia de un merecimiento?, acaso es que no tienen sentido común? porque el reconocer a los que se han dedicado a su vocación con todo el amor y la disciplina hablaría de lo que es realmente México y los Mexicanos y no nos dejaría huérfanos cuando podemos salir fuera o cuando solicitamos un trabajo en empresas extranjeras y tenemos que demostrar y demostrar y demostrar que SOMOS y VALEMOS ... porque somos y valemos.

Y no somos los mexicanos los que hemos puesto por el piso el honor de México, son los gobernantes y los que están en puestos públicos, que ejercen sin pudor.

En fin... a mi que la política no me gusta, me pone como poetisa roñosa el que no reconozcan que en México hay personas, escritores, pintores, poetas, creadores que valen la pena y hacer que en México sean reconocidos sería un paso enorme a retomar el orgullo de ser mexicanos.

Por favor reconozcan a los vivos, ya que muertos no lo disfrutan jo!!!!. Y de paso dejen de hacer el ridículo ....

La obstinada vocación del cuentista opinión de René Avilés Fabila


Se dice y con razón que el cuento es el género más difícil. Algunos críticos han señalado que William Faulkner, por ejemplo, se consideraba a sí mismo un cuentista frustrado o un autor que al menos sabía valorar en su amplia dimensión al relato breve y algo parecido se cuenta en relación al novelista Ernest Hemingway, tan necesitado de grandes espacios para contar sus historias. No deja de ser interesante que ambos hayan logrado la perfección con relatos cortos. El segundo con El viejo y el mar, el primero con Miss Zhilphia Gant. Pero quizá sea necesario ir por partes. Un buen cuento puede ser alcanzado con relativa facilidad, sólo es necesario pulirlo una y otra vez hasta obtener algo notable. Lo realmente complejo es integrar un volumen de cuentos de sostenida calidad. El gran libro de historias breves tiene que estar conformado por siete, nueve o doce muy buenas historias enmarcadas cada una por una excelente estructura y una atmósfera semejante. De tal forma, Borges escribió, digamos, Historia universal de la infamia, Torri De fusilamientos, Arreola Confabulario, Rulfo El llano en llamas y Cortázar Bestiario. He aquí lo realmente difícil: crear un libro de cuentos. Mientras que en la novela, el género rey para muchos, se tiene un puñado de personajes y una historia, acaso dos o tres, en el tomo de cuentos hay diez o trece historias y una estructura para cada una de ellas. Es necesario conservar elementos que unan las historias, aires y ambientaciones, temas y tratamientos. De otro modo, no estamos en presencia de un gran cuentista. Es un escritor que se ha limitado a poner cuentos de diferentes subgéneros: uno policiaco, otro de ciencia-ficción y uno más de amor. En cambio, el que ha sabido trabajar con rigor y vocación, logra que haya unidad entre sus relatos. Tal es el gran escritor, el cuentista verdadero.


¿Cuentos o textos?


En los tiempos actuales, los géneros literarios y los periodísticos se han mezclado entre sí mismos y entre ambos con una especial intención: buscar la novedad, la originalidad y una mayor riqueza. En periodismo, la crónica y el reportaje se han enriquecido con la presencia de la prosa narrativa. De ella toma la belleza, pero no así la ficción, lo que caracteriza a la novela, al cuento y a la poesía. Los trabajos literarios buscan mayor eficacia expresiva. Por ello el cuento tradicional se ha resquebrado al aceptar en su interior desarrollos ensayísticos, párrafos de prosa poética, supresión de diálogos o el monólogo interior como salida al relato habituado a contar en tercera persona o en un yo muy visible. A veces, hay que aceptarlo, el cuento carece de imágenes y metáforas, algo que en siglos pasados se utilizó con frecuencia, entonces de pronto uno siente la presencia del artículo periodístico, de un anuncio redactado para atraer compradores y clientes o de una historia que alguien urdió para terminar sus días en las páginas de un diario o revista. También puede tratarse de una simple y llana descripción, con frecuencia zoológica. O de una biografía inventada, como en el caso de Marcel Schwob, cuya benéfica influencia es visible en Borges. ¿Cómo llamar a este tipo de trabajo? Juan José Arreola solía calificarlo como texto o le decía varia invención. El caso es que ahora es difícil clasificar una historia. Ya no es la extensión lo que permite la precisión: de tantas páginas en adelante, es una novela, decían los “especialistas”. Pero y ¿dónde quedaba el relato que superaba las cincuenta páginas destinadas para ser novela o la historia de una línea, dónde? Lo importante de la literatura es escribir bien, la clasificación vendrá después, es parte del trabajo de los críticos. Yo, en mi trabajo cuentístico, no me he propuesto sino contar todo aquello que se me ocurrió, a veces como un ejercicio de literatura automática, otras como un acabado producto de la conciencia literaria y la reflexión y siempre bajo el influjo de los libros. No sé si llamarlos cuentos, croniquillas, o de plano entrar en toda la terminología de reciente cuño como brevicuentos, minificciones o minirrelatos; los míos son textos, frases, bromas, ensayos, poemas en prosa, historias apócrifas, variaciones sobre temas universales, cuentos embozados, varia invención, y como tal espero su lectura sin buscarles definición alguna a no ser la de literatura.

Esto lo escribo porque la UAM acaba de publicar un libro mío de cuentos breves, De sirenas a sirenas, prologado por Rubén Bonifaz Nuño e ilustrado por José Luis Cuevas y alguien me preguntó qué clase de relatos había hecho en esta obra. Imagino que son los críticos quienes deben explicar lo que el narrador o el poeta han escrito. Uno ya cumplió con la tarea de ponerlos en el papel. En este momento, la obligación queda en las manos de lectores y especialistas. Quizá nuestro problema sea la ausencia de un cuerpo de experimentados críticos literarios que nos digan qué de lo nuevo vale o no la pena, qué tiene posibilidades de conservarse en la historia de las letras y qué desaparecerá. Mientras tanto, me interesa que mis lectores los disfruten.

Miércoles 29 de Sep., 2010
La crónica

¿De qué viven los escritores? opinión de René Avilés Fabila

Alrededor de 1966, comencé a indagar sobre varios problemas que impedían el cabal desarrollo del escritor mexicano. Las primeras entrevistas con narradores y poetas las publiqué en el suplemento de El Nacional, Revista Mexicana de Cultura, entonces dirigida por el inolvidable poeta español Juan Rejano. Conversé con los más distinguidos escritores: Juan Rulfo, Ricardo Garibay, Vicente Leñero, Augusto Monterroso, Eduardo Lizalde, Fernando del Paso, Salvador Elizondo, José Agustín, Julieta Campos, entre otros. Más adelante, en 1975, el Fondo de Cultura Económica, en una serie ya desaparecida, Archivo del Fondo, reunió las pláticas en forma de libro y lo editó bajo el nombre de El escritor y sus problemas. Incluí nuevas opiniones de narradores y poetas a través de un cuestionario que hice circular.

El eje del libro era una preocupación básica: ¿de qué vive el escritor mexicano? ¿Tiene los recursos necesarios para dedicarse de lleno a la literatura, a leer, escribir y quizá viajar para conocer distintos escenarios? La cultura no es barata ni está al alcance de todos. La mayoría de las respuestas oscilaron entre la seriedad y el sentido del humor. En el fondo subyacía una especie de tragedia: salvo contados casos, en México el escritor no logra vivir exclusivamente de su tarea como narrador o poeta, ayer y hoy. Casi todos los que entrevisté en ese entonces vivían con modestia, en el mejor de los casos, con orden y limpieza como los que hallé en el departamento de Juan José Arreola.

Sí, ¿de qué vive el escritor en México? Alguna vez, el entonces no tan famoso Gabriel García Márquez precisó: “Hay que vender como cuatro ejemplares de una novela para llevar a los niños al cine.” Para él la situación ha cambiado, pero es un caso extraño, su talento lo llevó al éxito y los problemas se acabaron, ¿y los demás, los que asimismo poseen talento y sensibilidad y no logran vender mucho? Entre el analfabetismo, el cada vez menos inteligente apoyo estatal y la competencia con los medios electrónicos, la gente compra menos libros y ello agudiza las dificultades e impide el desarrollo cabal de un joven poeta o de un incipiente novelista. El Centro Mexicano de Escritores era el único punto de ayuda a poetas, ensayistas y narradores que luego de su paso por esa institución legendaria, aspiraban a una gran beca norteamericana: la Gugenheim, que algunos consiguieron.

En aquella época eran pocos los escritores que podían decir que vivían exclusivamente de sus regalías, Luis Spota y Carlos Fuentes, digamos. Personajes como Jaime Torres Bodet, Rafael Solana y Agustín Yáñez tenían mejores posiciones merced a sus cargos públicos. Salvador Novo vivía sí del teatro, pero también de sus ingresos como autor de publicidad aguda. A cambio, Juan de la Cabada y José Revueltas se sostenían con apreturas.

De mi generación, el más arriesgado fue José Agustín, quien se propuso, en una acción corajuda, vivir de sus libros. Cuando inicié una afortunada amistad con Juan Vicente Melo, el soberbio narrador, crítico literario y musical, recibía dinero de sus clases en la Universidad Iberoamericana. Para colmo, Juan Rulfo me hizo una desconcertante confesión: de sus regalías apenas percibía algún dinero, lo fundamental le venía de su trabajo en el Centro Mexicano de Escritores, de tareas cinematográficas y de su presencia en el Instituto Nacional Indigenista. Los que mejor vivían eran sin duda aquellos que habían pasado por la alta burocracia o que fueron embajadores como Alfonso Reyes y Octavio Paz.

La creación del CONACULTA, que pudo haber sido una magnífica idea, se distorsionó desde el principio y se agudizaron sus problemas, sobre todo a partir de 2000, que en manos panistas, refractarias a la cultura, sólo ha dado tumbos. No han sido capaces de formular una política cultural y cada día que pasa crea más insatisfacciones en la comunidad de artistas de toda índole. Salvo los beneficiados, los protegidos, quienes no necesitan apoyos, la gran mayoría muestra su malestar.

Actualmente, la situación no sólo no ha cambiado sino ha empeorado, pues los cursos, conferencias o presentaciones de libros, que constituyen otra fuente de ingresos para el escritor, son cada vez más escasos, y ahora no pagan, pensando en que el escritor debe darlos gratuitamente. Diversas instituciones oficiales argumentan que les han reducido el presupuesto y entonces realizan eventos culturales a costillas del pobre intelectual. Cuando tienen que viajar a provincia, pagan transporte y modestos viáticos, pero no honorarios, a pesar de que el escritor tiene que dedicar tiempo y trabajo para una conferencia. Bernardo Ruiz me hizo llegar un artículo de Fernando de Ita, donde narra las exigencias de un burócrata, Luis Corrales Vivar, director de Cultura, Recreación y Bibliotecas de Hidalgo: “Un artista no debe cobrar, sus actividades deben ser quijotescas; hay cosas más importantes, como el drenaje y el agua, la cultura tiene poco presupuesto; la cultura nada tiene que ver con el dinero, sino con el interés de la gente… La actividad quijotesca se hace porque te gusta sin esperar nada a cambio”.

Intelectuales del mundo, seamos paupérrimos, pero “quijotescos”. El dinero es para los políticos. Aprendamos a no comer. Así, al menos seremos esbeltos.
Miércoles 22 de Sep. 2010

viernes, septiembre 17, 2010





EL GRAN SOLITARIO DE PALACIO, para muchos la mejor novela sobre el 68, posee grandes méritos literarios y testimoniales que resisten las pruebas del tiempo y del espacio. Esta obra fundamental para nuestra narrativa, no trata sólo sobre el movimiento estudiantil y la masacre de Tlatelolco, sino que es un recuento del México contemporáneo que bien puede ir de los tiempos del general Cárdenas al momento en que el PRI pierde la presidencia en el 2000.

Concebida como un amplio mural. El gran solitario de Palacio es una alegoría que entrelaza varias historias. El eje es la fatídica tarde del 2 de octubre en Tlatelolco. A través de sus personajes el lector puede reconocer los rasgos más característicos de la realidad tal como fue vivida. En un extremo, jóvenes idealistas enfrentándose a un régimen, en el otro, ese régimen encarnado en un hombre autoritario e intolerante; un hombre sexenal completamente solo a causa de su excesivo poder.

De la novela, traducida a varios idiomas, se ha ocupado ampliamente la crítica especializada. Giussepe Bellini reconoce en El gran solitario de Palacio "una gran fuerza de denuncia, un juego extraordinario de humor e ironía, una interesantísima novedad de estilo y de estructura". René Avilés Fabila consiguió escribir un clásico, una obra perdurable gracias a su mezcla de realidad y fantasía así como a la capacidad crítica de su autor.