miércoles, octubre 26, 2005

Mañana llegará....

Y deseo ascender del dolor para colmar el plato de bengalas simples sólo para consumar el culto hacia la vida, que llena de gente va tan conformada en la soledad. Y la soledad no es un camino traidor, es sólo parte de la vida, una parte importante, el saber estar con uno mismo y así saber estar con los demás. Comprender o más bien aceptar el ciclo de Vida-Muerte-Vida me está llevando tiempo, no escribo sólo de muertes físicas, hay mucho que muere a diario de nosotros y mucho que nace, porque somos árboles espléndidos, con nuevos brotes, con nuevas ramas, sólo hay que poner un poquitín de sol, buena tierra, para observar como es esto de tener la fuerza de crear en el mundo material, ramas espirituales cada día.

Ya no escribiré cartas a mi BienAmado, porque él se ha mudado de calendario, se ha ido por la escalinata de los sueños que ofician misas en leves fechas; mis cartas a ese desconocido ¡tan conocido! por fin han llegado al final.

Mañana sobre la barda escribiré con geranios que el juramento que hizo de que nunca estaría sola, se trocó, a nuestro pesar, en lo contrario; porque las mentiras siempre caen, porque las promesas se revierten como un boomerang en la mano que las lanza. Fue un juramento que jamás debió escribir con sangre, nadie puede asegurar tal cosa, cuando uno sabe que todo (menos la fe y la esperanza) tienen fecha de caducidad.

Porque bien sabía él que su instinto terminaría tratando de enseñarme una lección que no merecía –no, al menos en este momento- y además porque él no era nadie para enseñarme algo que yo sabía; pero lo que no sabía es que la confianza no existe porque priva más el instinto chapucero de ser lo que no era él. Aunque en el fondo estoy segura de ni sabe a ciencia cierta por qué lo hizo y yo prefiero ignorarlo; ya no tengo ganas de saber más de lo que sé; desde el distingo olvido lo que debo olvidar y sólo me quedo con la verdad.

Así que cobijada por la soledad, levanto la mirada al corazón, prendo la confianza a la rodillas del jardín que no se desprende de la lluvia, sólo para desnudar a los arlequines que desbordados cuando salga el sol ¡florecerán!.

Ya que no puedo vivir lo que quiero o con quién quería; entonces me haré cargo, de mi vida de una forma muy personal, quiero ser feliz y eso sólo depende de mí.

Este mes podría ser igual, pero lo vestiré con otros ropajes más sencillos, me miraré en él y la alegría será simple en mi Territorio Comanche y no necesitaré más de lo que hoy tengo: ¡ vida ¡ y con eso hoy es suficiente para comenzar.