El amor de Dios *
Partamos de lo esencial: Dios es varón. ¿Dios, entonces, podría amar a una mujer? Tendría que ser perfecta como él, hermosa como él, plena de sabiduría como él. Aún así, ¿Dios se enamoraría? Torcuato Tasso dijo que existía una mujer de tal belleza que si se quitara el velo, “hasta el mismo Dios se hubiera enamorado de ella.” Pero han querido las religiones monoteístas que la perfección sea imperfecta y que su capacidad para querer pasionalmente a una mujer, algo tan universal, quede por completo relegada. Dios no se enamora, sólo los humanos, su creación. O lo que es aún peor, Dios --nos dicen-- ama a sus creaturas de un modo espiritual. No, no hablamos de ése, hablamos del amor que brota del sexo y del corazón, del amor que surge entre un hombre y una mujer y que Dios no puede dar.
Moraleja: los seres humanos no estamos hechos a imagen y semejanza del Señor. Peor aún, nuestras pasiones y sentimientos nada tienen que ver con la divinidad.
Antimoraleja: quien o quienes hicieron a Dios olvidaron darle la maravillosa posibilidad del amor-pasión.
* Tomado de El evangelio según René Avilés Fabila. Plan C Editores. Colección La Mosca Muerta. México, 2009. 150 pp.
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