jueves, marzo 25, 2010

La hoja de parra del Evangelio según René Avilés Fabila

Y la hoja de parra?, la bendición es que René Avilés Fabila en su libro escribe sobre hojas en blanco creando una versión más adecuada de todos los rumores o escritos con tintapecadora; de pequeña le tenía mucho miedo a Dios, sobre todo porque la relación con mi padre no era nada buena. Así que tener dos padres "castigadores y de mal carácter" ya era doble de algo que uno no desea tener ni uno. Iba al catecismo y ayudaba a la catecista, la acompañaba los sábados en un barrio muy pobre, en el centro al lado del ahora Museo Franz Mayer; la Iglesia no me gusta ni mencionarla porque me recuerda el mareo que me daba el incienso (y ahora me gusta el incienso pero de fresa o de canela); era una señorita solterona que todo el camino me decía los castigos que tendríamos si pecabamos (con la carne), al final de la clase nos daba dulces que compraba en pedacería. Los dulces era lo mejor de la tarde y algunas historias, cuando no eran de horror. Era una niña tan miedosa que temía a todo: a la noche, a la obscuridad, al pecado, a pecar sin darme cuenta, a mi reflejo en el espejo sobre todo de noche, a mi padre cuando llegaba con dos copas de más o de menos, al Padre Celestial por aquello de que le diera el tramafat y nos mandara otro diluvio, peor aún, que me quitara lo único que tenía a esa edad (sin ilusiones y con tantos miedos) y lo único que podía perder era la inocencia... áquella que cree que esta parte del Génesis no habla de ropa, sino de la desnudez de pecados, de la desnudez del alma que muestra al otro tal cuál somos sin "simular", sin ser otros, sino sólo ser "nosotros" lo que habla de comunidad, de ser desde el SER ... En fin, lo que he rescatado con los años es precisamente el pudor (del alma), la desnudez (del alma), el amor sin simulacros, la honestidad que no necesita taparse, el Verbo que no requiere adornos pero sobre todo, la confianza en que, este Dios que ahora conozco es decente, bueno, un maravilloso Padre Celestial en cual confío y sobre todo al que ahora no tengo miedo porque EL es DIOS, y lo demás que ruede como canica. Amén

La hoja de parra *


La Biblia dice (Génesis, I, 25): “Y ambos, a saber, Adán y su esposa, estaban desnudos: y no sentían por ello rubor ninguno”, ya que estaban en el Paraíso y no cabían los malos pensamientos, mucho menos la existencia inquietante de un voyerista. De ser así, y nadie duda de las Sagradas Escrituras, ¿de dónde salió la ridícula hoja de parra que pudorosa cubre el sexo tanto de Eva como de Adán y que mucho hemos visto en cuadros y esculturas de artistas geniales y de impostores que pintan y esculpen al por mayor escenas bíblicas? Como bien sabemos, fue hasta luego de la expulsión que notaron su desnudez y “acomodáronse unas hojas…” No es complicado descubrirlo: fue una imposición hecha por religiosos dogmáticos y puritanos para que --ante el pasmo de todos-- el cristianismo muy pronto dejara su bella espiritualidad y se convirtiera en un magnífico negocio de falsa moral y en consecuencia de ropajes.


Por culpa de sacerdotes aldeanos y obispos, cardenales y papas santurrones, ahora los museos de arte sacro se han poblado de morbosos y degenerados que en otoño se sitúan ante tales obras en espera de que las hojas caigan.


* Tomado de El evangelio según René Avilés Fabila. Plan C Editores. Colección La Mosca Muerta. México, 2009. 150 pp.

No hay comentarios.: